Imprimir gratis en nuestra
universidad ha sido, como tantos otros, un derecho conquistado por las luchas
estudiantiles. Y hoy, como tantos otros, se nos está arrebatando poco a poco.
Primero ocurrió con las y los
compañeros de Psicología y Económicas. Quien no tenía un duro y tenía que
ahorrárselo en imprimir, sabía que podía venir a hacerlo a nuestra facultad. Un
pedazo de educación pública y gratuita en medio de una crisis del capitalismo
que empezaba a arrasar todo lo poco que teníamos. Ellas y ellos fueron a
quienes primero se les privó de este derecho.
Este mes de octubre le ha
tocado el turno al estudiantado de la Escuela de Trabajo Social. Mismas causas
y mismos argumentos: “es que su centro no paga”, nos dicen. Pero, ¿acaso no
compartimos una misma universidad? ¿Acaso no pagamos las mismas tasas? ¿Acaso
no supone la existencia de las mismas una aberración, y nos pertenece por
derecho una educación pública y gratuita?
El estudiantado de la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociología no puede quedarse ya a un lado, pensando que
esto no le ocurrirá. Puede que cuando se acaben las existencias de tinta nos
encontremos con que ya no se repondrán más. O, como mínimo, cupos de impresiones
como paso previo a su total desaparición.
Pues esa es la estrategia del
capital: igualar a estudiantes y trabajadores a la baja, para así poder seguir
amasando beneficios a nuestra costa. Y así nuestros derechos pasan a ser
“privilegios” con los que acabar. El estudiante que puede imprimir gratis es un
privilegiado porque el resto no puede; al igual que el trabajador con un buen
sueldo, porque muchos no lo tienen. Eso sí, todo rodeado de un bonito lenguaje
por parte del decano/rector/presidente, apelando al esfuerzo común y
exigiéndonos sacrificios (que sólo realizamos los y las de abajo).
Así, poco a poco, derecho a
derecho, vamos renunciando, vamos perdiendo, y retrocedemos en el tiempo y en
las luchas. Y así volveremos (si no hacemos nada para evitarlo) a una situación
de explotación no muy distinta de la que pensaron dejar atrás nuestros padres.
Por todo ello, desde aquí
queremos hacer un llamamiento a la protesta conjunta del estudiantado contra
todas estas “pequeñas” medidas, a no ceder un ápice en la defensa de nuestros
derechos, y a vincularlos todos ellos con una lucha general que aspire a
transformar esta sociedad desde sus cimientos.
¡Por una educación pública de
calidad y gratuita!
¡La lucha es el único camino!
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